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Su entrenador tomó dos tarjetas de la gaveta de su escritorio y entregó una a cada gemela. “Después que mi madre murió,” dijo el entrenador, “encontré este poema en la gaveta de su escritorio, y lo mandé a imprimir en tarjetas. “Esas palabras pone los hábitos en perspectiva.”
Yo Soy el Hábito
Es inmensamente difícil prescindir de mí,
te tomo en mis musculosos brazos y puedo hacerte o quebrarte
Yo soy el hábito.
A través de cada día te moldeo lentamente,
pronto mis opresivas cadenas te aprietan y envuelven, entonces, te retengo fácilmente.
Yo soy el hábito
Puedo ser ambas cosas, bueno y vil.
Puedo cada vez más valer tu tiempo, o ser la causa de tu reprobación
Yo soy el hábito.
Con frecuencia yo mismo he probado ser un placer y ser un tesoro sin precio,
o ser una amenaza que todas las medidas sobrepasa
Yo soy el hábito
Inofensivo como a veces me presento,
pero mi extraña fuerza es como un imán, como una gran y codiciosa red de arrastre
Yo soy el hábito.
Aunque a veces temes o dudes de mí, nadie ha vivido aún sin mí,
estoy presente a tu alrededor y en ti
Yo soy el hábito
Elígeme bien cuando empiezas, porque rara vez es una fácil despedida.
Yo soy un diablo o soy algo muy querido
Yo soy el hábito.
—Anónimo
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