©Arlene R. Taylor PhD

Translated into Spanish by Zandra Lee

articles 181025La mujer (la voy a llamar Lily) era mórbidamente obesa. No había otra palabra para describirla. Las básculas registran hasta 350 libras y la aguja ya había llegado a su límite ¡antes de que pusiera el otro pie en la báscula! Lily se había matriculado en el programa Life Enhancement para obtener ayuda porque, como ella lo dijo, “en realidad siento lástima por mi corazón”. Había leído en algún lugar que el corazón tiene que bombear la sangre 100 millas adicionales de vasos sanguíneos por cada libra innecesaria de gordura. A la edad de 27 años, la presión arterial de Lily estaba peligrosamente alta, sin mencionar sus niveles de colesterol.

Resultó ser que esta mujer no entendía la diferencia entre la sensación física del hambre y el estado de ánimo. Por eso tendía a comer cuando se sentía feliz, triste, contenta, enojada, con miedo, o cualquier tipo de emoción. Cuando el consejero le preguntó qué sentía en ese momento, la respuesta de Lily fue “hambre por un pastel”. ¡Le tomó tiempo para comprender que “hambre por un pastel” no era una sensación!

Y hablando de pastel, estaba claro que Lily era adicta a los pasteles. Bueno, en realidad, era adicta al azúcar y a otros carbohidratos simples que contienen los pasteles. Parecía que no importaba qué sabor fuera: nuez, limón, pistacho, banana con coco, calabaza, cereza, moras, ruibarbo, Boston Cream, con tal de que fueran dos pasteles. Si Lily se comía el que fuera, tenían que ser dos, ¡pasteles, no rebanadas!

Pronto empezamos a notar que Lily se murmuraba a sí misma durante casi toda la comida. “¿Estás dando las gracias o te estás quejando?” una persona del programa le preguntó.

Lily se sonrió y dijo, “Ni una cosa ni otra. Estoy repitiendo no quiero comerme dos pasteles hoy, ¡ni siquiera quiero pensar en dos pasteles!

Hablarse a sí misma no le ayudó. Cuando le pregunté qué imagen tenía en su mente después de repetir esas frases, contestó, “Dos pasteles”. No fue ninguna sorpresa. El cerebro tiende a pensar en imágenes, pero le es relativamente fácil pasar por alto la palabra No. Esto ocurre especialmente en las capas del subconsciente del cerebro.

“Estás dando a tu cerebro un mapa para que lo sigua cuando se imagina dos pasteles”, le expliqué. “¿Qué puedes hacer para invertir esas imágenes mentales?” Lily no tenía la menor idea.

En realidad, no es posible seguir instrucciones negativas como “no quiero comerme dos pasteles” o “no pienses en dos pasteles”. Aunque intentes seguir la estrategia que refuerza reemplazar la imagen de dos pasteles por alguna otra cosa, siempre volverás a pensar en los dos pasteles, ¡aunque sea sólo para recordarte que tienes que pensar en otra cosa!

El cerebro subconsciente está preparado para entender pensamientos positivos. Por eso la afirmación es el lenguaje programable del cerebro. El cerebro procesa pensamientos negativos (lo inverso a una idea) de manera menos efectiva. Lamentablemente, mucha gente durante su niñez escucha de 7 a 9 comentarios negativos por cada comentario positivo. Aquellas personas con familias con problemas de disfunción generalmente escuchan de 18 a 19 comentarios negativos por cada instrucción o comentario positivo.

Piensa en tu niñez. ¿Qué fue lo que escuchaste? Si escuchaste, “NO hagas esto, no hagas aquello, no puedes hacer esto, no debes hacer aquello”, es probable que tu cerebro esté lleno de recuerdos negativos.

Por ejemplo, cuando el cerebro escucha las palabras “No toques la estufa”, inicialmente crea la imagen de estar tocando la estufa. Si reconoce la palabra “No”, entonces trata de crear una imagen diferente, una que se parezca al inverso de la primera. Es un proceso de dos pasos y es muy difícil que un cerebro adulto logre no decir nada del cerebro de un niño.

Generalmente es más efectivo decir, “Mantén las manos lejos de la estufa”. Éste es un proceso de un paso porque la imagen inicial del cerebro es de las manos lejos de la estufa. Es más claro y consume mucho menos tiempo y energía, porque el cerebro no tiene que tratar de imaginarse lo opuesto de la imagen creada.

Dado que Lily quería seguir comiendo pastel ocasionalmente, necesitaba cambiar la forma de hablarse a sí misma y sus imágenes mentales. Le sugerí que se repitiera frases como:

  • Estoy comiendo una rebanada pequeña de pastel.
  • Tomo mordidas pequeñas y las mastico completamente.
  • Disfruto el sabor.
  • Me siento satisfecha.
  • La vida es buena y mi salud es excelente.

Pedí a Lily que describiera la imagen que ahora tenía en su mente. Su respuesta fue, “Una rebanada pequeña de pastel y una sonrisa”.

¡Hablarse a sí mismo programa el cerebro! ¿Cuál es tu estilo habitual de hablarte a ti mismo? Los humanos tienden a comunicarse con otros en su estilo habitual de hablarse a sí mismo. ¿Tiendes a reafirmar o a criticar? ¿A animar o a desanimar? ¿Qué tan bien das y aceptas cumplidos?

Como hablarse a sí mismo es aprendido, puedes a aprender a hablar constantemente de una manera afirmativa. Por lo general, este estilo es mucho más efectivo. La fórmula comprende declaraciones (afirmaciones) cortas, positivas, presentes, poderosas. Habla como si ya estuvieras logrando tu meta en este momento.

Cuando hablas en futuro, el cerebro piensa, “Cuando el futuro llegue, te ayudaré a que lo logres”. Pero como estás pensando en el futuro, nunca llegas a ese momento del futuro, por decirlo así. Cuando usas palabras y frases en presente, el cerebro piensa: “¡Esto está pasando ahora mismo! ¡Más vale que me ponga avispado!” Y es más probable que te ayude a seguir la imagen que tú creaste.

¿Es el uso de un estilo de comunicación afirmativa un concepto sencillo? ¡Absolutamente! ¿Es fácil cambiar el estilo de hablarse a sí mismo de toda una vida? ¡No! Pero se puede lograr. Lily lo hizo. Tiempo después regresó a un programa para ex-alumnos. ¡Esta vez sí se pudo parar completamente en la báscula sin que la aguja llegara al tope! Y no sólo eso, su presión arterial estaba dentro de lo normal y sus niveles de colesterol habían bajado significantemente.

Cuando le tocó hablar de su jornada para mejorar la salud, todos escucharon atentamente. Era obvio que la vida de Lily había mejorado enormemente en comparación con lo que había sido. Concluyó su relato con estas palabras: “Estoy aprendiendo a usar este nuevo estilo de comunicación, conmigo misma y con los demás. Ha habido momentos en que abro la boca para decir algo sin poder expresar mis ideas con un estilo positivo, pero la práctica ayuda. Ya no me tengo que morder la lengua con tanta frecuencia. Cómo hubiera deseado haber aprendido esto desde el inicio de mi vida, ¡pero más vale tarde que nunca!”

La vida es mejor con un estilo de comunicación positiva. ¿Se evitan todos los problemas? ¡Claro que no! Pero ofrece a tu cerebro una imagen de un solo paso para seguir. Yo le llamo “Ventaja de afirmación” y se puede usar en cualquier circunstancia de la vida. Como Lily dijo, más vale tarde que nunca. ¡Y no hay mejor momento para empezar como el presente!